Resumen
Las enfermedades venosas son tan remotas como el propio origen del hombre, hace 3 ó 4 millones de años, el Pithecantropus erectus fue el único animal al que se le ocurrió ponerse de pie, probablemente para enfrentar con más seguridad y dominio sus constantes luchas, además de ver el cielo y vislumbrar mejor el horizonte. Concomitantemente nacieron las várices, de allí que hay autores que opinan que hubiese sido mejor llamarlo “Homus Phleboppaticus”. El primer hallazgo histórico sobre la patología venosa es el Papiro de Ebers, el cual es un documento de origen egipcio, descubierto en 1872, por el arqueólogo George Ebers, en las ruinas de la ciudad de Tebas. Datado de 1550 a.C, y en donde ya se describían diversas formas terapéuticas para la enfermedad venosa. La escultura denominada Amyneion, (Figura 1) descubierta en las ruinas de la Acrópolis, en Atenas, es una manifestación de la preocupación de los pueblos de la antigüedad por las venas. Fechada en el siglo V a C para algunos es una ofrenda a Esculapio, Dios de la Medicina.
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